¿Innovar para adaptar o innovar para transformar?

Esta es una pregunta muy importante para todas las escuelas y universidades, sobre todo en el momento en que, como institución, nos cuestionamos dónde queremos estar, en qué queremos innovar en cuanto al cambio educativo se refiere, dentro de algunos años. Es decir, ¿vamos acumulando pequeñas innovaciones, curso tras curso, que nos ayudan a adaptar mejor el modelo que tenemos o enfocamos una transformación a fondo de dicho modelo? Vayamos por partes.

A menudo se afirma que innovar es transformar, pero en educación, teniendo en cuenta el marco sistémico que normalmente nos encorseta, esto no siempre es cierto. Innovar no sólo depende de nuestra intención o nuestra voluntad…

Cuando hablamos de innovar, normalmente estamos planteando mejoras y retoques dentro del modelo clásico de enseñanza y aprendizaje y, por tanto, sin un planteamiento de cambio profundo. Es lo que se denomina «mejora continua». Las acciones de innovación son más bien operativas y con pocos riesgos estructurales o culturales. Sabemos el terreno que pisamos. Copiamos, adaptamos, rectificamos, reinterpretamos, sustituimos, apedazamos. Aunque al principio algunas innovaciones pueden apuntar alto, precisamente para no provocar un cambio más sistémico o porque chocamos con un techo de cristal que nos impide ir más allá, con frecuencia acaban adaptándose a las condiciones estructurales existentes. Como consecuencia de ello, las innovaciones que se acaban realizando, afectan un tanto por ciento marginal de la vida de aprendizaje del alumnado en el centro. Además, a menudo dependen, finalmente, de la buena voluntad del maestro o profesorado que debe aplicarlas en su grupo aula.

Además, no requieren demasiado esfuerzo o energía colectiva, ni grandes decisiones o liderazgo. La formación es su instrumento fundamental, sin garantizar su aplicación una vez que esta formación se ha realizado. Normalmente se trata de una formación, además, que no interpela internamente, sino que mira hacia afuera. Tampoco se requieren grandes planes a medio o largo plazo. Más bien las innovaciones se plantean curso a curso, y tienen mucho que ver con la propia evolución del sector educativo, en el que siempre hay algún movimiento de innovación basado en tecnologías o metodologías y productos. Ejemplos de ello en los últimos años han sido la incorporación de las TIC, los sistemas de calidad o mejoras metodológicas, como la introducción del trabajo por competencias.

Innovar es necesario e importante, pero quizá no nos lleva a un lugar futuro deseado de cambio, y está muy conectado con el HACER.

Cuando hablamos de transformar, nos referimos a cambiar profundamente el proceso de enseñar y de aprender vigente en la escuela o en la universidad para llegar a otro distinto. Se trata de rediseñar, de hacer prototipos, de concretar experiencias avanzadas de cambio, de ir más lejos. La transformación no es evolutiva o incremental. La transformación es disruptiva. Transformar tiene normalmente más riesgo a corto plazo, pero el hecho de requerir de una planificación a medio y largo plazo asegura mejor que lleguemos adonde queremos dentro de unos años. Para transformar, hay que definir una estrategia y un proceso, lo que significa poner más energía, tomar decisiones e identificar el talento interno y externo para hacerlo. Implica, finalmente, un cambio cultural y organizativo, estructural, basado en una coalición por el cambio que garantice la realización de actuaciones que hacen salir de la zona de confort. Y, en conjunto, exige una fuerte dosis de liderazgo, de convicción, de empoderamiento y de comunicación…

Pero, sobre todo, la transformación interpela a la persona, mira hacia dentro, conecta con la vocación para revitalizarla, invita a un cambio de mirada. Transformar conecta con el SER.

En un proceso de transformación caben, en forma de prototipos y experiencias, muchas innovaciones específicas que difícilmente se pueden concretar o consolidar con el planteamiento de las acciones a corto plazo, porque normalmente el sistema las limita o las impide. Pero, en todo caso, su complejidad superior requiere una metodología que nos ayude a llevarla a cabo y que atienda todos los elementos que hay que tener en cuenta.

La acumulación de innovaciones más o menos ordenada o caótica no nos llevará jamás a una transformación profunda. Más bien, al hacerse de forma simultánea a la actividad que ya realizamos normalmente (que es muchas), nos puede llevar a un cierto estrés organizativo que, a medio plazo, puede facilitar la vuelta a donde estábamos antes de empezar.

La transformación nos puede dar una diferenciación muy importante de otros proyectos educativos y una ventaja competitiva suplementaria. Por otra parte, hay que tener en cuenta que todo a nuestro alrededor se está transformando… y a una gran velocidad.

Así pues, ahora es más necesario que nunca hacerse la pregunta inicial: ¿Innovamos para adaptar o innovamos para transformar?

Una visita a la Finnish National Agency for Education

La primera semana de octubre, coincidiendo con mi asistencia a la Innovation Summit, donde se presentaron las 100 mejores innovaciones del mundo de la educación de hundrED, pude estar toda una mañana con el equipo del departamento de innovación de la Finnish National Agency for Education.

La Agencia Nacional Finlandesa para la Educación (EDUFI) es una agencia nacional de desarrollo responsable de desarrollar la educación y la formación, la educación y la atención de la primera infancia y el aprendizaje permanente, así como de promover la internacionalización. EDUFI está subordinada al Ministerio de Educación y Cultura del gobierno de Finlandia, y sus tareas y organización están establecidas en la legislación.

Actualmente, conocemos el sistema educativo finlandés por el prestigio que tiene ser profesor en aquella sociedad, por el gran acuerdo político entre gobierno y oposición desde hace ya muchos años para priorizar la educación y que esta no sea un arma de lucha política, por la equidad del sistema o por los buenos resultados en las pruebas PISA. Pero lo que seguramente es menos conocido es la intensa apuesta reciente por la innovación.

En síntesis, su diagnóstico es que aunque en primaria se trabaja mucho en base a capacidades y  competencias; en secundaria, el proceso de aprendizaje está basado en asignaturas y, por tanto, en contenidos separados trasmitidos por un solo docente. Y que uno de los principales problemas de su sistema educativo hoy es que se trabaja “por silos”, es decir que la interdisciplinariedad y la codocencia son las dos grandes ausentes de las escuelas, además de que el desarrollo personal del alumno queda siempre en un segundo plano.

Por ello, el departamento de innovación de la agencia ha lanzado un nuevo y ambicioso programa que pretende fomentar la innovación en las escuelas como medio para conseguir que el desarrollo de la persona se sitúe verdaderamente en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje y, para ello, ha creado un perfil del tipo de persona que se desea educar al finalizar la escolaridad obligatoria y llama a todos los docentes a priorizar su consecución.

El perfil, como podéis ver, está muy bien elaborado y responde de forma muy profunda al desarrollo vital de una persona que deberá vivir en pleno siglo xxi. Además, me han parecido muy interesantes las uniones conceptuales de dos palabras que a menudo no solemos integrar.

Además, me nos contaron que, después de muchos análisis y búsquedas, tienen ya pruebas respecto a que el mejor camino para conseguir personas innovadoras y creativas, críticas y analíticas e interactivas y cooperativas, es trabajar por proyectos interdisciplinares y con equipos de profesores de distintas disciplinas que se muestren, como equipos que son, integrados delante de los alumnos.

Consecuentes con esta mirada, se plantean como objetivo cambiar los marcos mentales de los docentes en la línea de:

  • considerar que el currículum ha de ser simplemente un mapa que indica la ruta, un medio para conseguir el fin de educar el perfil del alumno
  • fomentar el trabajo interdisciplinar por proyectos de los alumnos y los equipos interdisciplinares de profesores. En este sentido, consideran que, en los próximos cinco años, no va a tener sentido que un docente continúe trabajando solo, tanto en primaria como en secundaria
  • es necesario impulsar innovaciones, de abajo hacia arriba, en todos los centros por medio de prototipos que fomenten que el alumno aprenda haciendo, la interdisciplinariedad y el trabajo en equipo de los profesores
  • integrar en una nueva metodología competencias, capacidades, conocimientos y valores en un nuevo ecosistema educativo, más abierto y permeable al entorno

Para cambiar los marcos mentales de los docentes consideran que es necesario debatir y reflexionar, hoy más que nunca, sobre el sentido y la misión de la educación, así como compartir experiencias y prototipos de innovación. En este sentido, quieren huir de la clásica formación conceptual y se plantean más un acompañamiento activo en un liderazgo distinto de los directivos.

El cambio necesita tiempo y liderazgo. Por esta razón, han establecido este proyecto a cuatro años vista y están poniendo los recursos adecuados para conseguirlo… ah, y por cierto, a la pregunta de cómo valoraban ellos los excelentes resultados de las pruebas PISA que tienen, respondieron que ya han pasado esta pantalla y que en el mundo en el que van a vivir los alumnos obtener unos buenos resultados de este tipo no va a servir para mucho…

Un gusto conocer y debatir planteamientos tan transformadores.