¿Adaptarse a lo que va sucediendo o anticipar el cambio educativo que asoma?
¿Te has preguntado alguna vez si nuestras instituciones educativas están simplemente reaccionando a lo que sucede o si estamos realmente preparados para anticipar y liderar el cambio que ya está asomando en el horizonte? Hoy en día, las escuelas y universidades enfrentan numerosos desafíos: la disminución de la matrícula por la bajada de la natalidad, el aumento del abandono, las exigencias sociales o de las familias, la disminución de ingresos, lo distintos que son los alumnos y alumnas que entran, el aumento incesante de la competencia, la necesidad de diferenciarnos más profundamente que con pequeñas novedades de oferta o con algunas actividades especiales, las exigencias de una administración educativa reformista o controladora… Además de la tecnología y, en particular, la inteligencia artificial. Esta podría ser una primera lista de los temas que nos preocupan.
En los últimos años, «adaptarse» se ha convertido en un mantra dentro del ámbito educativo, especialmente tras la crisis del COVID-19. Adaptarse a lo que va viniendo, adaptarse a las nuevas demandas, adaptarse a los nuevos problemas o conflictos. Pero, tengo la impresión de que se ha confundido el significado que se quería dar a la palabra adaptarse. El liderazgo adaptativo se centra en identificar y abordar desafíos que requieren cambios de valores, creencias y comportamientos para prosperar y avanzar. No se trata de adaptarse para sobrevivir al día a día y no leer el contexto para evolucionar y cambiar, ya que luego, cuando quieres reaccionar, es demasiado tarde. Y esto es así en todos los niveles de la educación. La educación necesita tiempo para cambiar. Y parece que tiempo, es precisamente, lo que no tenemos. La mayor parte de los directivos y directivas con los que hablo están siempre preocupados por la falta de tiempo y por sus agendas repletas de encuentros, temas y problemas… que les hacen enfocarse en el corto plazo y olvidar, a menudo, el medio y largo plazo.
El cambio ya está aquí. Si uno mira la educación con nuevas gafas, se da cuenta que, como decía al inicio del período académico de hace justo un año, estamos entrando en una nueva fase, en un cambio educativo profundo que ya asoma. Son centenares las instituciones educativas en casi todos los países del mundo que están innovando en el proceso de enseñar y aprender para diferenciarse siendo fieles a sus esenciales, y para asegurar que, más allá de los resultados académicos, se pone en el centro el crecimiento personal, el bienestar emocional y la conexión con uno mismo y con los demás. Son muchas las posibilidades que tenemos y tendremos para una educación que vaya más allá de lo que hoy hacemos y ofrecemos. La educación del futuro será mucho más integral, centrada en el desarrollo completo del alumnado.
Y en este contexto, aun cuando no sabemos cómo se va a concretar el cambio educativo, lo más importante ya es anticipar. Anticipar y liderar el cambio que asoma. Anticipar lo vinculo al liderazgo transformacional, que busca articular una visión clara y atractiva del futuro, inspirando y motivando para promover el cambio dentro de la institución, transformando actitudes, valores y comportamientos mediante el desarrollo personal.
Para anticipar necesitamos PARAR, y dedicar tiempo ahora a construir un futuro distinto. Vaciar nuestra agenda cotidiana, dejarnos ayudar por equipos con experiencia de fuera de nuestra institución, e invertir un poco de tiempo ahora a reflexionar y aprender en equipo. Compartir y colaborar para unir el camino recorrido por nuestra institución hasta hoy, identificando nuestros esenciales o ADN, con nuestro futuro soñado e imaginado a varios años (¿Qué tal mirando al 2030?). Solamente de esta forma, podremos vincular los problemas que tenemos a corto plazo con las estrategias que tendremos de hacer emerger a medio y largo plazo.
Cuando dedicamos un poco de tiempo hoy a tomar perspectiva del mañana, ya estamos anticipando el cambio. Porque el cambio de mirada al alumnado y familias y al propio proceso de enseñar y aprender ya es anticipar. Porque identificar innovaciones ya instaladas y que funcionan nos ayuda a avanzar, y simplificar procesos internos (son solamente dos ejemplos) ya es una forma de flexibilizar la organización y dar aire a los educadores para revigorizar nuestro proyecto educativo. Y, sobre todo, dedicar un poco de tiempo a generar un nuevo estilo de liderazgo en el equipo directivo, más inspirador y menos controlador, más cooperativo y transformacional, para que se pueda acompañar a los educadores a hacer un camino de cambio desde otro lugar, y lograr de esta forma que las personas (alumnado, educadores y familias) estén en el centro del proceso educativo.
Si deseas transformar esta reflexión de inicio de período en una realidad que empieza a tomar forma en tu persona e institución, te propongo un doble camino:
- A finales del mes de septiembre da inicio el programa de LIDERAZGO EXPERIENCIAL CONSCIENTE, creado especialmente por los equipos de Joan Corbalán (IMPULS TALENT) y Xavier Aragay (REIMAGINE EDUCATION), pensado para renovar tu liderazgo, encontrar nuevas miradas, enfoques, estrategias y formas de proceder. Incorpora una mirada sistémica y transformacional a tu liderazgo, a tu institución y a la educación.
- PARA 1 DÍA CON TU EQUIPO para reflexionar y aprender. Compartiendo y colaborando para unir el camino recorrido hasta ahora con un futuro soñado que es posible imaginar y desarrollar. Déjate acompañar por los consult-coach de Reimagine Education en una jornada presencial completa de trabajo, y saldrás con un mapa claro de los retos y desafíos futuros de tu institución, que te va a permitir avanzar en la diferenciación de tu proyecto educativo y enlazar (por fin) el camino del corto, medio y largo plazo.
Anticipar ya no es una opción; es una necesidad. ¿Hablamos?