Un interesante servicio de apoyo a las escuelas para la mejora de la educación
Hace unas semanas tuve la oportunidad de realizar una conferencia en la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad Católica de Portugal que tiene su sede en Oporto.
No conocía esta universidad ni esta facultad, pero más allá de los grados y másteres que ofrecen, entre los que destaco por su interés específico el posgrado en evaluación de escuelas y proyectos de mejora, me sorprendió gratamente la relación capilar con las escuelas e instituciones educativas de su entorno. Y ello, no solamente se expresó, el día de mi conferencia, en una sala repleta de maestros y profesores ávidos de conocer experiencias y propuestas de cambio profundo, elemento ya de por sí interesante, sino, sobre todo, por la existencia del SAME, Serviço de Apoio à Melhoria da Educaçâo.
El SAME es una estructura de la Facultad, creada en el año 2008, que tiene por objetivo proporcionar asesoramiento científico y pedagógico a las escuelas y grupos educativos en los campos de la organización, la pedagogía, la evaluación y la formación con el fin de mejorar las condiciones de los procesos y resultados educativos, tanto académicos como sociales y personales, de los alumnos. Este servicio también realiza estudios de diagnóstico y evaluación educativa.
La misión del SAME es capacitar a las escuelas y grupos para llevar a cabo prácticas educativas más coherentes y sustentadas, y para la concepción, realización y evaluación de prácticas innovadoras y de mejora en el ámbito organizativo y pedagógico. Al mismo tiempo, se pretende producir un nuevo conocimiento resultante de la articulación de la teoría con la práctica y la realidad.
El SAME se organiza en equipos flexibles y reconfigurables según los proyectos, y estos equipos pueden estar integrados por docentes de la facultad, doctorandos y profesores e investigadores invitados.
La reflexión y metareflexión sobre las prácticas educativas de los equipos docentes y la evaluación de los resultados que obtienen, el impulso de la revisión y la gestión integrada de los currículums para la creación de áreas interdisciplinarias en los centros, la agrupación flexible de los alumnos y los profesores en equipos de trabajo integrados que van más allá de la monodocencia, la implementación de dinámicas educativas más activas en el aula, son algunos ejemplos de las buenas prácticas y realizaciones del SAME en las escuelas.
Conocer y tener una experiencia directa y cercana de un nuevo tipo de relación entre las escuelas y los centros educativos y la universidad ha resultado muy interesante y desafiador. Es evidente que ambas instituciones, estructuras, procesos y resultados ganan mucho trabajando juntos, y que se genera un nuevo y fecundo conocimiento integrado. Ojalá otras facultades de educación avancen por este camino e intensifiquen su relación y servicio con las escuelas de su entorno.
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