Evaluar para transformar

Alba Ayneto y Xavier Aragay

Como ya hemos venido diciendo en los últimos posts, la educación está traspasando un profundo umbral de cambio, acelerado por la crisis de la COVID-19, que requerirá un proceso de transformación de las instituciones educativas en todos sus niveles. Y, como en cualquier proceso que iniciamos, es necesario evaluar para transformar. Te enseñamos los tipos de evaluación según la metodología RIEDUSIS.

Tanto para evaluar para transformar como en la misma transformación no existen recetas concretas, puesto que cada centro debe definir su propio camino, en función de su trayectoria y contexto. Por esto, en Reimagine Education Lab contamos con una metodología del proceso de cambio propia, centrada en las personas, que aporta un método lógico, ordenado y sistémico para transformar profundamente los procesos de enseñar y aprender, las configuraciones culturales, organizativas, tecnológicas y físicas de la institución educativa y dejar instalados en su interior herramientas y mecanismos que aseguren este avance y su consolidación y progreso. De hecho, nuestro propósito no es abandonar un modelo tradicional para “encerrarnos” en otro nuevo, sino buscar un camino de transformación avanzada que nos ayude a caminar al mismo ritmo que el mundo.

Partiendo de la misión educativa del centro y poniendo al alumnado en el centro, proponemos centrarnos en el modelo de persona (también conocido como perfil de la persona egresada) que queremos educar (desglosado en impactos). Así, el perfil de la persona egresada, consensuado y trabajado por toda la comunidad educativa, se convierte en una potente herramienta de cambio. Esta nueva herramienta, mediante un sistema de backward design, nos sirve para rediseñar los procesos de enseñanza y aprendizaje, los espacios, la organización, la cultura interna… al servicio del nuevo perfil que deseamos educar. Un proceso a través del cual se establecen las hipótesis de partida del proceso de transformación, que se concretan en un prototipo (o experiencia avanzada de cambio). Recuperamos así el método científico para el camino iterativo de la transformación educativa de la institución.

¿Cómo evaluar para transformar?

El diseño y la implementación de prototipos nos permiten incorporar la evaluación como principal aliado para permitir visualizar e identificar nuevas soluciones y asegurar la mejora continua y el cambio de perspectiva. Identificamos dos maneras de evaluar para transformar que, a pesar de tener objetivos distintos, se complementan para asegurar la consecución de nuestros objetivos: la evaluación de proceso y la evaluación de impacto.

Es importante especificar que ambas evaluaciones (la de proceso y la de impacto) que plantea la metodología RIEDUSIS no son evaluaciones individualizadas, ni se asemejan a lo que normalmente se entiende por evaluación de los resultados de aprendizaje del alumnado. Tampoco estamos hablando de la evaluación del desempeño de los docentes ni de una evaluación vinculada a los sistemas de calidad. Estamos planteando evaluar las iniciativas avanzadas de cambio (prototipos) en su conjunto para dejar instalada en la institución una herramienta de evolución y mejora permanente de la transformación educativa.

En un principio, durante el primer o segundo año de implementación del prototipo en el aula, la evaluación de proceso nos permite asegurar que la implementación del prototipo se ajusta a las hipótesis de partida que habíamos diseñado. De esta manera, incrementamos las probabilidades de impactar en nuestro alumnado de acuerdo con el perfil de la persona egresada y aseguramos la interpretación de una posterior evaluación de impacto.

Combinando entrevistas, observaciones, revisión documental y focus groups, buscamos identificar puntos fuertes y puntos críticos que asegurar para garantizar que llevamos a cabo todas las acciones esenciales que buscan promover el impacto en el alumnado. Además, intentamos cerciorarnos de que hemos tenido en cuenta los factores críticos de éxito del prototipo.

¿Qué objetivos tiene la evaluación de impacto?

Una vez efectuada una evaluación de proceso y con la experiencia avanzada de cambio o prototipo implementado y consolidado, la metodología RIEDUSIS propone una evaluación de impacto. En esta evaluación, ya no buscamos asegurar la implementación del prototipo, sino que buscamos ver el efecto que la implementación del prototipo ha tenido en nuestro alumnado como grupo o cohorte. La evaluación de impacto nos dará información relevante para ver si nos acercamos al perfil de la persona egresada planteado y para buscar la relación entre este perfil y cada uno de los cambios esenciales o profundos de la experiencia del alumnado acaecidos en el prototipo.

Así, pues, combinando ambas evaluaciones (la de proceso y la de impacto), aseguramos no solo la implementación según el diseño inicial (evaluación de proceso), sino también la validación o descarte de nuestras hipótesis de partida (evaluación de impacto) para seguir avanzando en el cambio.

En este momento, estamos acompañando a varias instituciones escolares y universitarias en ambas evaluaciones, y tenemos como referencia y experiencia previa la evaluación del prototipo de la NEI (Nueva Etapa Intermedia) que se llevó a cabo en el marco del proyecto de transformación Horizonte 2020.

¿Te interesa saber más sobre cómo evaluar para transformar y la metodología RIEDUSIS? ¡Ponte en contacto con nosotros!

¿Cuáles son las nuevas estrategias para el futuro de la educación?

Más allá de la tensión y el cansancio que provoca la situación actual en directivos, directivas y docentes, y más allá de las pérdidas de las que hablábamos en el primer artículo, uno de los problemas más importantes que tenemos es la persistente neblina estratégica que provoca la crisis del coronavirus. Por eso nos surge la duda de cuáles son las nuevas estrategias para el futuro de la educación.

Sin darnos cuenta, los mapas y las hojas de ruta que teníamos establecidos en cada institución educativa (y a nivel de sistema) antes de la crisis educativa que ha provocado la COVID-19 han desaparecido. Probablemente eran limitados o no acertaban a ver la necesidad de llevar a cabo cambios más profundos, pero existían. Ahora, simplemente, no hay mapas ni rutas de avance colectivo, y podría suceder, si el cansancio nos domina, que cada directivo, cada directiva, cada docente, a nivel individual, intente pensar en nuevos caminos de futuro. Todo ello, teniendo en cuenta que es más necesario que nunca abrir caminos compartidos de futuro y consolidar los aprendizajes que hemos adquirido hasta ahora.

¿Qué necesitamos para seguir avanzando en la transformación educativa?

Los aprendizajes personales, profesionales e incluso institucionales de este período extraordinario, tanto vitales como educativos, se están produciendo de forma dispersa e individual. No se han consolidado en la comunidad educativa. Debido a la desaparición de muchas de las reuniones, encuentros e instancias de reflexión y debate que teníamos (aunque algunas fueran inerciales) y a que los encuentros virtuales a penas nos bastan para resolver nuestro día a día, andamos huérfanos de compartir y asentar aprendizajes, perspectivas futuras y nuevas rutas colectivas de cambio.

Y, sin embargo, estamos ante la mayor transformación educativa de este siglo… si sabemos aprovechar el momento para avanzar. Nos falta perspectiva, nos falta estrategia. Este año 2021, sin darnos cuenta, hemos entrado en la década de los años veinte del siglo XXI. Y estos años futuros van a ser extraordinarios, pero no en el sentido de la vivencia extraordinaria que estamos viviendo con la crisis de la COVID-19. Van a ser extraordinarios porque se van a dar las condiciones para transformar profundamente la educación; en todos sus niveles.

La confluencia de la pospandemia de la que nos habla Nicholas Christakis en el anterior artículo, junto con la percepción de Michael Fullan de que estamos en el momento adecuado y tenemos los impulsores para llevar a cabo el cambio, del cual ya hablé en el segundo artículo, unido a los importantes aprendizajes que estamos interiorizando en este período y al extraordinario salto tecnológico que ya se empieza a vislumbrar en esta década que iniciamos (inteligencia artificial, big data, virtualidad…), nos permite hablar de una gran posibilidad de avance y transformación educativa.

Solamente faltamos nosotros, los directivos y las directivas de las instituciones educativas, para marcar la diferencia, para hacer posible (a la vez) un salto hacia adelante y una salida potente de la crisis educativa que estamos viviendo. Es ahora, amigos, es ahora, que, como líderes, debemos abrir caminos inéditos en nuestras vidas y en nuestras instituciones educativas con un relato esperanzador para el futuro.

No hay marcha atrás, necesitamos nuevas estrategias para el futuro educativo

Tengo claro que no es fácil (si no, todo el mundo ya lo estaría haciendo), y que requiere pararse y visualizar (1) para reservar tiempo y energía para lo más importante: redefinir, reimaginar y reimpulsar el proyecto educativo de transformación profunda de nuestra institución para esta década que acabamos de iniciar.

Y es urgente, porque la salida de la crisis del coronavirus desde el punto de vista educativo no es evidente. Es decir, sin un impulso claro y decidido que nos permita rehacer mapas y rutas de forma colectiva, lo más probable sea una vuelta hacia atrás, hacia lo que teníamos antes del coronavirus, o, en el mejor de los casos, un estancamiento inercial con la excusa de un tiempo de moratoria y de descanso después del agotamiento. Y, mientras, el mundo seguirá avanzando a un ritmo cada vez mayor en esta década de los veinte del siglo XXI.

Necesitamos nuevas estrategias para el futuro de la educación, y necesitamos una metodología (nosotros, desde REIMAGINE EDUCATION LAB, ofrecemos la metodología #RIEDUSIS) que nos acompañe y nos ayude a avanzar por un camino (el de la transformación integral de nuestra institución educativa) que es un proceso complejo y que requiere tiempo. Pero no hay otra ruta…

Es la hora de la audacia, del liderazgo, de utilizar las dos manos para anticipar y asegurar el futuro de la educación que deseamos. Hay que disipar la neblina, recuperar una mirada conectada con las personas, con el mundo que vivirán nuestros alumnos, con nosotros mismos, con nuestros anhelos y sueños…

¿Lo enfocamos? ¿Dedicamos todo el tiempo de la próxima reunión de equipo a comentarlo? ¿Empezamos a planificar la transformación? ¿Sabemos cuáles serán nuestras estrategias para el futuro de la educación? ¿Necesitas ayuda?

(1) Aragay, Xavier. Reimaginando la educación. 21 claves para transformar la escuela. Ed. Paidós, 2017.

Aprendizajes de la pandemia

 

Todo lo que estamos viviendo en esta pandemia, de una forma u otra, ha sucedido antes, en otras pandemias. Por eso es interesante echar la vista atrás y ver cómo cambió el mundo después de otros períodos para saber cuáles serán los aprendizajes de esta pandemia.

Para ello vamos a descubrir la figura de Nicholas Christakis, un gran desconocido para muchas personas relacionadas con el mundo de la educación. Nacido en 1962, es un sociólogo y médico estadounidense conocido por sus investigaciones sobre redes sociales y sobre los determinantes socioeconómicos, biosociales y evolutivos del comportamiento, la salud y la longevidad. Es profesor en la Universidad de Yale, y dirige el Laboratorio de Naturaleza Humana.

Si lo traigo al blog es por la publicación de su último libro La Flecha de Apolo. El impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos y las reflexiones que en él nos ofrece (1).

“Las plagas no son nuevas para nuestra especie, simplemente son nuevas para nosotros”

Según Christakis, lo que pasa es que vivimos en un momento en que hay un acontecimiento que ocurre una vez cada cien años. Nos falta perspectiva, y es importante no perderla.

“Los virus no son solamente un fenómeno biológico, son un fenómeno social”

Una de las lecciones fundamentales que nos han dejado las pandemias a lo largo de la historia es que se trata de una experiencia humana esencial que sucede raramente, pero que requiere madurez para afrontarla.

Hay algunos patrones que se repiten en todas ellas, como:

  • Culpar a otros de lo que nos pasa.
  • La negación, las mentiras o las supersticiones y la desinformación.
  • El dolor por la pérdida de familiares y amigos.
  • La desubicación por la pérdida del sustento, del estilo de vida que llevábamos.
  • La disminución de las interacciones sociales al quedarse más en casa.
  • La crisis existencial, con una renovada búsqueda del sentido de la vida y de su significado.

¿Cómo será el período pospandémico?

Según Christakis, cuando logremos la inmunidad de grupo, aunque el virus aún estará con nosotros, su poder será menor. Luego vendrá un período intermedio, en el año 2022, en que el impacto biológico de la pandemia quedará atrás, pero aún tendremos que lidiar con su impacto económico, psicológico y social. Y, alrededor del 2024, entraremos de pleno en el período de la pospandemia.

“Si miras lo que ha pasado en los últimos 2.000 años, cuando las pandemias terminan hay una fiesta. Es probable que veamos algo similar en el siglo XXI”. De hecho, normalmente, cuando terminan las pandemias, siempre viene un período de gran interacción social. Los ya famosos locos años 20 del siglo pasado, con un importante desarrollo económico, tecnológico, artístico y social, vinieron después de la pandemia denominada gripe española.

Y, muchas veces, cuando acaba la pandemia, no se consolidan los aprendizajes del período pandémico, y se sale de manera desordenada y a trompicones… Ante esto, muchas son las preguntas que nos rondan por la cabeza: ¿Nos sucederá lo mismo ahora? ¿Cuáles son los aprendizajes de la pandemia? ¿Qué pasará en el ámbito educativo? ¿Podemos anticipar una salida transformadora en nuestra institución educativa? ¿Queremos ser espectadores o liderar el cambio educativo?

En el próximo artículo te descubro cuáles son las nuevas estrategias para el futuro de la educación.

Mientras tanto puedes leer o repasar los artículos anteriores AQUÍ.

(1) Christakis, Nicholas A. Apollo’s Arrow. The Profound and Enduring Impact of Coronavirus on the Way We Live [‘La Flecha de Apolo. El impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos’].

¿Cuáles son los impulsores de la transformación educativa?

Antes de profundizar en los impulsores de la transformación educativa, te explicaré de dónde nace el concepto. Hace unas semanas estuve leyendo uno de los últimos documentos que han publicado este año (febrero de 2021) Michael Fullan y su equipo, titulado Los impulsores correctos para el éxito de todo el sistema, en el que se resalta que “lo más importante es que el momento es el adecuado” (1).

Tal como dice Fullan en la introducción, “este documento tiene la intención de proporcionar una solución integral a lo que aflige al sistema escolar público actual y su lugar en el desarrollo social: un sistema que está fallando gravemente frente a los desafíos fundamentales cada vez más complejos para nuestra supervivencia”.

La propuesta me ha parecido sumamente interesante y oportuna para este momento, en el que debemos acelerar las soluciones futuras de la educación. Lo primero que debemos tener claro es qué se entiende por un impulsor, y comprender que la transformación educativa identifica cuatro impulsores incorrectos y cuatro correctos.

Siguiendo con las palabras de Fullan: “Mi concepción de un impulsor es que es una fuerza que atrae energía y genera movimiento de forma continua. […] Representan un modelo único e integrado que genera un desarrollo continuo”.

Los impulsores incorrectos de la transformación educativa, que llevan funcionando los últimos 40 años, son:

  • La obsesión académica, que involucra tanto el sistema de aprendizaje como la evaluación relacionada con los resultados del aprendizaje.
  • La inteligencia de la máquina por sí sola, sin contar con el factor humano. Hemos sobreestimado las máquinas y subdesarrollado la inteligencia colectiva.
  • La austeridad, que ha hecho que a la mayoría de las personas les resulte prácticamente imposible escapar de sus situaciones de desventaja inicial.
  • La fragmentación, es decir, la desconexión entre las partes, que favorece la inercia y profundiza los sistemas de prejuicio y discriminación existentes.

Y, en contraposición, se plantean los impulsores correctos para el éxito de todo el sistema:

  • Bienestar y aprendizaje, vinculados y relacionados como algo que prepara a todos los estudiantes para el mundo complejo en el que vivimos. Es decir, estudiantes que ven la escuela como un lugar donde se sienten bien consigo mismos y con la persona en la que se están convirtiendo.
  • La inteligencia social como parte esencial de la nueva ciencia del aprendizaje, ya que este tipo de inteligencia social del grupo y de los individuos que lo integran no se ha cultivado bien en la evolución del aprendizaje.
  • Las inversiones en igualdad, que son fundamentales para el futuro de la sociedad. Necesitamos inversiones para mejorar la infraestructura y los recursos del sistema educativo y mejorar así su funcionamiento.
  • Sistemidad, que significa una postura de mente y acción que va más allá de lo sistémico, que es un término analítico. El sistema no se puede cambiar sin que todas las capas del sistema tengan conciencia y responsabilidad en el cambio.

Los cuatro impulsores correctos integrados representan un cambio de sistema con mucho potencial en acción. Los cuatro tienen en común la centralidad de la persona y la apuesta por la comunidad educativa como artífice del cambio. También es significativo remarcar la importancia de reconstruir la sistemidad frente a la fragmentación tradicional de la educación, especialmente cuando la crisis de la COVID-19 que estamos viviendo se ha llevado por delante los mapas compartidos de avance futuro de nuestras instituciones.

Por el contrario, no podemos dejar solos a los cuatro impulsores de la transformación educativa incorrectos, aunque no estén completamente equivocados, ya que nos llevan en una dirección negativa. De esta forma, los impulsores incorrectos, con una buena orientación de los impulsores correctos mediante una acción coordinada y sostenida, nos pueden dirigir a un cambio de sistema exitoso.

El documento, ya en su parte final, nos plantea que el cambio de sistema no puede ser solo de arriba hacia abajo, ni solo de abajo hacia arriba, ni solo de centro hacia afuera. Y concluye: “Si deseas un cambio de sistema, ¡tú debes cambiar el sistema!”, y “lo más importante es que el momento es el adecuado”.

¿Te apuntas a anticipar ahora un cambio de sistema?

(1) Fullan, Michael. Los impulsores correctos para el éxito de todo el sistema. Centre for strategic education. CSE Leading Education Series, 1. Copyright 2021 CSE, Victoria.

Este artículo pertenece a la serie El futuro de la educación es ahora, puedes leer el primero AQUÍ.

El futuro de la educación es ahora

Es preciso mirar adelante y avanzar. No debemos perder tiempo, el futuro de la educación es ahora. En muchas de mis charlas y conferencias explico que, más allá de las dificultades y la energía que hay que emplear en el día a día, es importante reservar espacio y tiempo para anticipar el futuro. Es lo que llamo actuar con las dos manos para asegurar de alguna forma el futuro de la educación que deseamos.

Estamos viviendo situaciones extraordinarias, tanto en los ámbitos personal y vital, como en el profesional y el educativo. Desde hace ya más de un año, muchas escuelas y universidades de  muchos países siguen cerradas, obligadas a permanecer en lo que denominamos Enseñanza Remota de Emergencia (ERE), con importantes pérdidas educativas, de aprendizaje y de alumnos que todavía no sabemos cómo vamos a recuperar. Otras instituciones han podido abrir total o parcialmente, pero con profundos cambios operativos para garantizar la seguridad sanitaria, que han perturbado profundamente sus proyectos educativos.

Poco a poco, ola tras ola de contagio, vamos avanzando en nuestro día a día como podemos y sabemos, con la esperanza de que la vacunación de la población se generalice y podamos salir de esta pesadilla que nos está provocando mucho cansancio y desgaste.

Hace días que, en mis lecturas y reflexiones, no pienso en otra cosa que en plantear este tema de avanzar la salida de la crisis que el coronavirus ha producido en la educación… debemos encontrar energía, espacio, tiempo, ideas y reflexiones que nos impulsen a hacerlo. “Es ahora amigos, es ahora…”(1) es una vieja canción de mi juventud que hacía tiempo que no escuchaba y que ha venido a mi mente… Y es que es cierto: el futuro de la educación es ahora; es ahora cuando debemos trabajar en pro de la educación que soñamos… Es ahora cuando debemos anticipar lo que queremos que sea nuestra escuela… porque si no es ahora, ¿cuándo?

Es por ello por lo que este artículo, más allá de esta introducción, tendrá otras tres partes:

  • ¿Cuáles son los impulsores de la transformación educativa?
  • Aprendizajes de la pandemia
  • ¿Cuáles son las nuevas estrategias del futuro de la educación?

En la última sesión de los  CÍRCULOS de este mes de mayo debatimos sobre este tema con los directivos que participamos en ella, y esto debe servir para enriquecer esta serie de cuatro posts. Gracias por la participación a Luz Silva, Francisco Varela, Lucía González, Judite Morgado, Guillermo Lemos, Fabián Antunez, Rosalía Arnó, Francisco Robaliño, Bernardo Biana, Ignacio Cassi y Adriana López y al equipo de REIMAGINE EDUCATION LAB. 

¿Estás preparado para sumarte al futuro de la educación? ¿Te espero la próxima semana para entrar en materia?

Descubre cuáles son los impulsores de la transformación educativa AQUÍ.

Cita: texto escrito por Joan Soler i Amigó… y música de Jaume Arnella. Podéis escucharla AQUÍ.