Retos de la educación ante la emergencia climática
El 24 de octubre se celebra el Día Internacional contra el Cambio Climático: es un día para tomar consciencia de este fenómeno que afecta a todo el planeta (aunque de forma desigual), comprender sus causas y consecuencias y, sobre todo, pasar a la acción también desde la educación, ¿cuáles son los retos de la educación ante la emergencia climática?
Por cambio climático entendemos el proceso de cambio de la climatología y la temperatura general de la Tierra como resultado de la acción humana, especialmente por la emisión de gases de efecto invernadero. Estos gases, los generamos principalmente con la quema de combustibles fósiles, el uso del suelo, el uso de la energía y las actividades industriales (incluyendo la agricultura y la ganadería industriales). Más allá de estas causas materiales, existen unos puntales intangibles que sustentan estas prácticas. Algunos pueden ser el sistema capitalista, la visión mecanicista de la naturaleza o la cultura de explotación y dominación de recursos y personas.
Es un fenómeno que, por tanto, además de incluir el ámbito medioambiental y de la salud pública, se extiende también al ámbito social y de los derechos humanos, ya que afecta especialmente a las generaciones futuras e incide de forma más intensa en las regiones del planeta donde hay mayor concentración de pobreza. También se hace más presente en las poblaciones más vulnerables, lo que pone de manifiesto las desigualdades de clase, género, sexualidad, racismo y colonialismo.
¿Qué se está haciendo ante la emergencia climática?
Desde hace décadas, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) expone la gravedad de las consecuencias del cambio climático tanto para la humanidad como para todos los seres vivos del planeta, e insta a tomar medidas urgentes en los ámbitos gubernamental, empresarial y ciudadano, y también, muy especialmente, en el ámbito educativo.
La educación es, a nuestro entender, un ámbito desde el cual podemos llevar a cabo un trabajo muy importante. Este trabajo relacionado con el cambio climático, lo vemos muy vinculado al proceso de transformación de la educación que planteamos desde este blog y, esta semana, nos parece clave centrarnos en él y hablar sobre él.
Una de las acciones que se plantean a menudo para relacionar el cambio climático y la transformación educativa se basa en la oportunidad que nos brinda el enfoque globalizador de los contenidos educativos. Efectivamente, si en nuestras opciones de contenidos dentro del modelo educativo hemos optado por el enfoque globalizador, encontramos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) una forma diferente de enfocar el problema y trabajarlo con nuestros alumnos. La apuesta por la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad nos ayuda a comprender e interpretar la realidad desde otra perspectiva, y nos prepara para comprometernos de otra forma. Este nos parece ya un camino insoslayable que cualquier proyecto educativo debe asumir y, especialmente, cualquier proyecto educativo de innovación y cambio.
¿Cuáles son los retos de la educación ante la emergencia climática?
Seguramente, hay que ir más allá, ya que con la mejora de la eficiencia energética y tecnológica que podemos conseguir en los próximos años no habrá suficiente. Necesitamos un cambio de estilo de vida colectivo que se sustente en una relación diferente con la naturaleza. Tenemos muchas formas de aproximarnos a esta relación diferente con la naturaleza que proponemos, pero un posible camino, todavía poco explorado, lo tenemos en la definición del perfil humano de salida de nuestro alumnado. Podemos plantearnos que, más allá de la perspectiva mecanicista y materialista del mundo y la naturaleza y de la visión que aportan las ciencias naturales y el estudio del medio, podríamos incluir en este perfil y en nuestros objetivos educativos conseguir un vínculo más cercano, natural y diferente de los alumnos con la naturaleza.
Se trataría de ir más allá de los necesarios conocimientos más académicos para cultivar y nutrir un vínculo más profundo con la naturaleza en toda la comunidad educativa: el profesorado, el alumnado, las familias y la ciudadanía. Un vínculo emocional e íntimo que fuera la base de una relación personal sana, equilibrada y armoniosa entre el planeta, con la Madre Tierra, y todos sus habitantes.
Y, si el reto es cultivar una relación y un vínculo diferentes con la naturaleza que nos acompañen hacia unos comportamientos diferentes como sociedad, deberemos hacerlo con formas diferentes a las que hemos utilizado hasta ahora. Tenemos varios caminos… Uno podría ser, sencillamente, como docentes y miembros de equipos directivos de instituciones educativas, pasar más ratos en la naturaleza para buscar un vínculo diferente con ella: desde un parque urbano a un bosque, una montaña, una playa o un prado. Y convertirlo en un hábito cotidiano en el que reservamos unos minutos para, simplemente, pasear por la naturaleza y observarla en silencio, con los sentidos del cuerpo y del corazón bien abiertos. Otra vía podría ser hacer entrar la naturaleza en la escuela y darle un lugar específico en el espacio y la vida del centro… Hay tantas oportunidades y posibilidades de hacerlo además del recreo y el huerto… Seguramente necesitamos replantear inercias, costumbres y miradas.
Son propuestas sencillas, pero que inician el camino de establecer un profundo vínculo con la Tierra integrado en el tipo de persona que queremos educar. ¿Hablamos?
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